sábado, 26 de enero de 2013

Lección 6. Amar es abrirse a la belleza


Cuando la llama del amor se enciende en la vida abre nuevos ojos para mirar de una manera diferente el mundo. El amor se expresa a través de la belleza, la interior que habita en nosotros y aquella representada en cada una de las cosas que Dios ha creado para el bien de todos, sus hijos amados.

Abrirse el amor es convertirse en un canal, un medio para permitir su flujo constante. Cuando no obstaculizamos la entrada del amor a nuestro cuerpo, pueden ocurrir los milagros, manifestados en sanaciones físicas, emocionales y espirituales. El amor es la manifestación de la belleza del alma. 

Nuestra sociedad occidental rinde culto a la belleza física; pasajera y efímera. El amar nuestro cuerpo, es asombrarse de su perfección y maravilloso funcionamiento. La belleza de nuestros ojos con los cuales disfrutamos los miles de colores y formas de la naturaleza, los oídos para deleitarnos con las melodías de Vivaldi o Beethoven, o las canciones de Diego Torres. Nuestras manos para abrazar, escribir, agarrar, jugar. Y así cada una de las partes de este vehículo perfecto que gratuitamente recibimos. ¡Qué bello es nuestro cuerpo!.

Cuando el amor es el principio que orienta la vida, obligatoriamente se convierte en un proceso de crecimiento continuo. Empezamos por cambiar desde el interior y poco a poco el mundo exterior también comienza a cambiar.  Abrimos el corazón para ver la belleza que siempre estaba allí y que antes ignorábamos.

Uno de los mayores defectos que tenemos muchos seres humanos es la crítica; si estamos enfocados en detectar los defectos o las situaciones negativas, es poco probable que valoremos todo lo bueno y la bondad que existe en el exterior. Generamos un sesgo negativo, es decir nos orientamos a lo malo y de esa manera apagamos el amor, y la vida se llena de una insatisfacción crónica.

En el camino del amor verdadero, vamos dejando de lado todo lo que no nos sirve para crecer, lo hacemos poco a poco, con paciencia y sin desanimarnos. Comenzamos comprender que la vida es un viaje, sabemos donde inició pero no sabemos cuándo terminará. Mientras recorremos este camino podemos disfrutar de la belleza del paisaje y de las personas compañeras de trayecto. Como todo buen viaje, imprevistos surgen continuamente, a veces nos perdemos de la ruta, encontramos obstáculos, pero al final terminamos felices de todo lo que vivimos,  aprendimos y superamos.

Liliana

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