Cuentan
los guaraníes que un día hubo un enorme incendio en la selva. Todos los
animales huían despavoridos, pues era un fuego terrible.
De
pronto, el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí; volaba en dirección
contraria, es decir, hacia el fuego.
Le
extrañó sobremanera, pero no quiso detenerse. Al instante, lo vio pasar de
nuevo, esta vez en su misma dirección.
Pudo
observar este ir y venir repetidas veces, hasta que decidió preguntar al
pajarillo, pues le parecía un comportamiento muy extraño:
— ¿Qué
haces colibrí?—le preguntó el jaguar.
—Voy
al lago —respondió el ave—, tomo agua
con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio.
El
jaguar se sonrió.
—¿Estás
loco? —le dijo¬—. ¿Crees que vas a conseguir apagarlo tú solo con tu pequeño
pico?
—Bueno
—respondió el colibrí—, yo hago mi parte.
Y tras
decir esto, se marchó por más agua al lago.
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